Que no, que no sientas que tienes el síndrome de Diogénes cuando no quieres tirar nada y te lo guardar «por si acaso» te puede servir luego para una manualidad.
Mira, ya tienes un uso para esa pedazo de botella de suavizante de plástico recio: la puedes convertir en archivadores.
¡Viva el reciclaje!